La expansión por Europa
Tras convertirse en emperador de los franceses, Napoleón Bonaparte comenzó su expansión militar por Europa. En pocos años, sus victorias militares le permitieron levantar un gran imperio que rivalizaba, e incluso superaba, a Austria, Prusia y Rusia. Su extraordinaria capacidad militar permitió a Francia derrotar a los diferentes monarcas absolutistas europeos y anexionarse varios países. Aunque se trataba de un gobierno autoritario y personalista, las guerras napoleónicas permitieron que se difundieran por Europa las ideas de la Revolución Francesa.
El sistema del poder napoleónico se basaba en tres modelos de relación entre los países conquistados o anexionados y Francia. En primer lugar, estaban los territorios anexionados al territorio francés, como, por ejemplo, Roma, Países Bajos, Etruria o las provincias Ilirias. En segundo término, los reinos vasallos del emperador, territorios conquistados pero en los que Napoleón nombra como gobernante a un familiar (nepotismo) o a un general de su ejército. Un ejemplo es España, donde coronó como rey a su hermano José I. Y, por último, los estados dependientes de Francia, aliados políticos del emperador, como, por ejemplo, el Reino de Italia, Suiza o el Ducado de Varsovia.
En la nueva configuración del mapa europeo llevada a cabo por el emperador, el gran rival de Francia fue el Reino Unido. Napoleón estableció con el resto de naciones europeas el Bloqueo Continental a la islas británicas, que únicamente contaban con Portugal como aliado.
